El cáncer de mama es una enfermedad en la cual existe una multiplicación anormal de células de la glándula mamaria, que finalmente forman un tumor.
Es el tipo de cáncer más común en las mujeres a nivel mundial, aunque los hombres también pueden padecerlo. Cada año se estiman alrededor de 1.7 millones de nuevos casos en todo el mundo y se registran 522 mil fallecimientos de mujeres, a causa de esta enfermedad.
En México, representa la primera causa de muerte por cáncer en mujeres y cada año se incrementan nuevos casos, por lo que es de suma importancia la detección temprana. La cual te brinda mayor probabilidad de obtener un tratamiento exitoso con un 95% de posibilidades de éxito.
Entre los factores de riesgo de padecer esta enfermedad se encuentran el envejecimiento, antecedentes familiares de cáncer de mama, tabaquismo, alcoholismo, obesidad, la menstruación temprana (antes de los 12 años) o menopausia tardía (después de los 52 años) y la terapia de reemplazo hormonal, entre otros.
Es importante familiarizarte con tu cuerpo, por lo que es recomendable realizar un autoexamen mamario mensual. La autoexploración te ayudará a detectar cualquier cambio de manera oportuna, por ejemplo:
- Cambios en la piel de las mamas, como: engrosamiento, descamación, costras, enrojecimiento, orificios en la piel asemejando a la piel de naranja, o llegar a sentir una masa o bolita.
- Inversión del pezón.
- Cambios en la forma y tamaño de la mama.
Si presentas alguno de los signos o síntomas mencionados, es importante que acudas a una valoración médica.
¿Cómo se diagnostica el cáncer de mama?
Existen varios métodos para su diagnóstico, sin embargo, hasta el momento, el mejor método para este propósito es la mastografía, la cual, es un estudio de rayos X que busca detectar anormalidades en los tejidos de la mama, las cuales no se pueden percibir por la observación o la palpación. También puede utilizarse ultrasonido o resonancia magnética.
Si se detecta alguna alteración será necesaria una biopsia, que al estudiarse, servirá para confirmar el diagnóstico y conocer su gravedad.
El cáncer de mama se trata de diversas formas, dependiendo de la valoración médica y la gravedad de la enfermedad, puede ser a través de cirugía para remover el tumor, quimioterapia, radioterapia, hormonoterapia, entre otras.
Generalmente, personal médico de distintas especialidades trabaja en conjunto para ofrecer un tratamiento integral a la paciente, el cual, brindará mayores oportunidades de éxito.
¿Cómo podemos prevenir el cáncer de mama?
Algunos de los factores asociados al cáncer de mama, son genéticos, no pueden modificarse, pero muchos otros sí. Muchos casos de cáncer de mama se pueden evitar adoptando un estilo de vida saludable como:
- Llevar una alimentación balanceada, basada en abundantes frutas, verduras, cereales, carnes, pescados ricos en omega-3 y aceite de oliva. Esto podría evitar más del 20% de los casos de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas.
- Evitar el sobrepeso y la obesidad: están directamente relacionados con un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama en mujeres postmenopáusicas, ya que se asocia a procesos inflamatorios y altera la producción de insulina y de hormonas como los estrógenos.
- Limitar o eliminar el consumo de alcohol y tabaco. Se estima que entre el 20 y el 30% de los casos de cáncer de mama se podrían prevenir si se eliminase o redujese el consumo de alcohol y tabaco.
- Practicar ejercicio diariamente: Se ha demostrado que el ejercicio físico diario disminuye un 23% el riesgo de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas y un 12% en las menopáusicas.
- Evitar la terapia hormonal sustitutiva en la menopausia: esta terapia, que combina estrógenos y progestágenos, eleva el riesgo de cáncer de mama.
- La lactancia materna: el riesgo de desarrollar este tumor en las mujeres que han practicado la lactancia materna es un 13% menor en comparación con las que no han dado el pecho.
A partir de los 20 años, practica la autoexploración para conocer si tu cuerpo sufre alteraciones. Infórmate en fuentes autorizadas sobre los signos y síntomas de la enfermedad, lo que te ayudará a reconocer los focos de alerta que te indiquen cuándo debes consultar a tu médico, para una atención oportuna.
A partir de los 40 años, es importante también que se realice una mastografía de forma anual, aunque no se tengan síntomas, ya que esta práctica ayuda a disminuir la mortalidad hasta un 21%.
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